Madurez: Buen Juicio, prudencia o sensatez.

Sé que hay algo en mi que necesito comprender. Una verdad que alcanzar, un click que hacer.
¿Qué mejor forma de iniciar el proceso que habiendo fallado?
A pesar de todo me permito tener mis tiempos. Diferentes a los de los demás, ¿por qué no?
Eso de ver la vida como una línea ascendente, tener que superarnos continuamente y cumplir las expectativas, propias o ajenas, me resulta plenamente banal. Mentira que es así. Mentira que no hay lugar para el error. Me permito todos los errores que pueda cometer y más, sólo porque de ellos sé renacer.
Sería como pedirle a un niño que al dar sus primeros pasos camine de forma articulada y natural. Sería como esperar que el follaje de un árbol se desprendiera todo el primer día de otoño.
Forzar algo que de forma natural no se dió así. No fue el éxito la consecuencia de mi desempeño. No tengo nada que decir con voz bien fuerte que haga a los demás sentirse orgullosos de mi, ni que valide mi inteligencia, capacidad y madurez. Ni siento la necesidad de tenerlo, porque tras mi falla no dejo de tener certeza de mi inteligencia, capacidad y madurez. Madurez en construcción.
Respeto el proceso. Respeto mi mal juicio, mi imprudencia y mi insensatez. Respeto no haber podido cumplir el objetivo. No dejo que esto me defina, porque sería estúpido mal-definir mi ser y todo lo que eso implica, a partir de mis actos ante tal cuestión. Sería reducirme a algo que no soy. Mi esencia se ubica por encima de todas las cosas, es siempre la misma y no se ve modificada.
Sé que, en potencia, cumpliré cualquier objetivo que me proponga, y sé también que eso llegará cuando tenga que llegar.


LOS PASOS PERDIDOS SON LOS QUE HACEN EL CAMINO.