Sunday, March 07, 2010

Noche en plasma



Y su música me llevó al cosmos. Llegué, gradualmente, a un estado supremo en el que mi ser sentía en demasía. Sentía en un muy alto nivel, el nivel en que si de audición hablaramos, podría escuchar el vuelo de un ave.

Conocí el cosmos en la boca de mi estómago, justo donde se juntan las costillas, en el centro. Estuve en el cosmos, cada nota más arriba, más en él y en las notas.
Mi cuerpo no podía tolerar tanta sensación. Quería que se acabe y no, quería que durara hasta siempre. Era tanto que me hacía dejar de ser para ser sólo sensaciones. Sentía las partículas que me forman separarse en mi. Me elevé a un lugar, si puede decirse lugar, donde sólo sentía.
Conocí el arte. Mis sentidos sobreestimulados.

El cosmos me agotó. Se requiere de mucha energía para poder estar ahí, estar así.
Mi cuerpo se elevaba envuelto en lo que irradiaba. Envuelto en calidez viva. Generaba y despedía una enorme cantidad (si pudiera medirse) de energía.

Lola también llegó al cosmos, y al entrar en contacto yo sentía nuestros campos atraerse, mezclarse, y a la vez repelerse como dos imanes del mismo lado.


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